En un año electoral, este además por partida doble, parece más oportuno que nunca el pausar y dar un paso atrás para obtener así mejor perspectiva respecto a dónde estamos y hacia dónde va el país. España, en nuestro caso.
Como en cualquier otro lar, desde Estados Unidos a Italia, pasando por Brasil, la polarización sigue subiendo como una marea viva. A diferencia de las que observamos cuando dos mareas se oponen, las vivas son las que se producen cuando las causadas por el sol y las causadas por la luna se combinan en la misma dirección.
¿Pero cuáles son nuestros particulares sol y luna en 2023? Por una lado, una izquierda que ha renunciado a ocupar el centro político, cómoda en sus cálculos respecto a que abrazando el llamado ‘frente amplio’, sin ningún tipo de escrúpulo respecto a juntar fuerzas con formaciones otrora estigmatizadas, ninguna coalición alternativa podrá desplazarla del Gobierno.
Por el otro, una derecha con dos cabezas desiguales. Una tradicional, carcomida por años de corrupción aún no purgada en el ejercicio del poder. La otra, de corte ultra, tocándose con la extrema izquierda en su oposición al ‘sistema’, y difícilmente convalidable con los estándares democráticos más rigurosos que rigen en Europa.
¿Y en el medio? Nada. Especialmente, a medida que Ciudadanos ha encadenado los suficientes errores, parece claro ya, como para que el electorado esté dispuesto a otorgarle a la formación liberal surgida en 2006 el acta de defunción por agotamiento.
Frente a la gran cantidad de presiones detectables en el ambiente para claudicar aceptando que no hay alternativa más allá de una nueva formulación de la vieja lógica del bipartidismo frentista, a quienes creemos que ninguna solución real llegará jamás por esa vía sólo nos queda resistir.
Asumir, una vez más, que el viaje será largo. Con muchas etapas. Y que sólo quienes hayan aceptado, de mejor o peor grado, que las alforjas necesarias para completarlo han de ser a la fuerza gigantes podrán llegar a alcanzar el ansiado destino. Eso que en el pasado muchos dimos en llamar regeneración.