Llamaron la atención esta semana unas declaraciones del presidente de Carrefour España poniendo el dedo en la llaga de la problemática de la ruptura de la unidad de mercado y, de modo especial, en las deseconomías asociadas a ella.
Centrándose en el sector en el que opera el grupo de origen francés, las distintas normativas autonómicas en materias tales como la definición de qué constituye una gran superficie, días de apertura o periodos de rebajas -y siempre de acuerdo a los gestores de Carrefour-, incrementan sensiblemente la complejidad de gestionar un único negocio en todo el país.
Si bien, quien haya seguido esta noticia seguramente habrá reparado en que el nombre del alto directivo –Rafael Arias Salgado, ministro en el primer gobierno Aznar- despierta ciertas sospechas de falta de neutralidad política, lo cierto es que sus quejas, creo, no deberían caer en saco roto.
La ruptura de la unidad de mercado es un peligro real, especialmente en un contexto económico internacional cada vez más competitivo. Acometer por consenso reformas legislativas que condujesen a neutralizarlo, sería una medida de la que todos deberíamos beneficiarnos; con la honrosa excepción, si acaso, de las 17 burocracias autonómicas sustentadas por el sistema actual.
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