Comentaba el historiador José Álvarez Junco, en una breve entrevista publicada en El Cultural, su rechazo a una posible interpretación del pesimismo orteguiano en torno al tan manido concepto de la ‘invertebración de España’.
Concurre el historiador con el diagnóstico del filósofo, siempre y cuando esta supuesta tara se circunscribiese al análisis de un periodo histórico concreto –siglo XIX-, durante el cual, un Estado centralizado sobre el papel, habría convivido con una realidad muy fragmentada y localista.
Niega, sin embargo, Álvarez Junco, una segunda lectura según la cual la ‘invertebración de España’ haría alusión a una especie de mal constitutivo de largo alcance que se remontaría a los visigodos y su “imposición de la aristofobia, el odio a los mejores, y el desprecio de las masas a las minorías egregias”.
Ojala tenga razón el historiador, y tal y como resalta Arcadi Espada en su artículo de hoy en el diario El Mundo, todavía quede hueco para el triunfo de la razón entre tanto cainismo bipolarizado alrededor de la contraposición de los conceptos de diálogo y derrota –en el contexto de lograr el final de la banda etarra-.
Estaría bien precisar qué se entiende por "triunfo de la razón" entre esas dos posturas, el diálogo (a mí entender un concepto bajo el que subyace la idea de negociación política) y la derrota efectiva.
Publicado por: Capt. Miller | 23 de enero de 2007 en 15:12
Para mí el triunfo de la razón en este contexto implicaría centrarse en lo sustancial, no en la escenificación.
Recordar que sentarse a 'dialogar' ya ha sucedido en este país con los polimilis -si bien en circunstancias muy distintas-y de ahí se extrajeron resultados positivos.
También implicaría reconocer que para derrotar verdaderamente al terrorismo hace falta más que un decomiso de armas y el encarcelamiento de los responsables penales. Hay detrás todo un entramado de cobertura social que forma parte integral del problema.
Publicado por: Jacobo | 24 de enero de 2007 en 10:37
Entiendo que lo sustancial es acabar con el terrorismo sin contraprestaciones políticas.
A la vista de los hechos, no acabo de entender en qué mejora la estrategia del "diálogo" la consecución de ese objetivo y por qué la estrategia anterior, que aparentemente llevó a ETA y su entorno a la situación más difícil de su historia es considerada radical. Esa estrategia además no obvia que llegará un determinado momento en que habrá q sentarse con los terroristas para ver en qué terminos se realizará su disolución. No conozco el tema en profundidad pero creo que los polimilis se disolvieron en un escenario similar.
El tema del apoyo social es ciertamente delicado, pero que haya una parte de la población que apoye el terrorismo para conseguir objetivos políticos no debe cambiar el planteamiento de base del Estado, sigue tratándose de terrorismo. Además, se puede apoyar ideológicamente, pero si la banda se encuentra al borde de la desmantelación real, ¿cómo se materializa ese apoyo?
Publicado por: Capt. Miller | 24 de enero de 2007 en 13:38