El artículo publicado el domingo en el diario El País por Muñoz Molina, titulado “Estado de delirio”, jalona una serie publicada a lo largo de los últimos meses, que sitúan al académico una peldaño por encima de tanto sectario campando a sus anchas por las páginas de la prensa nacional.
Repartiendo responsabilidades donde es menester, el de Úbeda apunta a tertulianos y demás ‘creadores de opinión’ por sus excesos de palabrería circular; a los nacionalistas por sus abundantísimos síntomas de delirio; a los editores por su cobardía. También al José María Aznar que decidió nuestra injustificada y contraproducente participación en la guerra de Irak.
Tampoco escapa a la crítica ese Rodríguez Zapatero demasiado cegado por la cercanía de los laureles de la Paz –así, con mayúscula-, como para saber percibir los muchos indicios de que su ‘proceso’ no iba en absoluto bien encaminado.
Sin embargo, destaca sobre todo el artículo por su acerada crítica final hacia “tantas personas de izquierda [que] han resuelto en los últimos años abolir toda actitud que no sea de inquebrantable adhesión al Gobierno”. La relevancia de esta denuncia es precisamente la trayectoria ideológica del propio Muñoz Molina, militante desde su juventud en esa orilla del espectro político.
Un ejemplo que ojala supiesen seguir otros personajes influyentes.
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