La presentación ayer del último informe del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático ha elevado los niveles de alerta sobre este fenómeno.
Más allá de los datos que emplea el informe para respaldar sus conclusiones de la constatación del incremento de la temperatura en el planeta, llama la atención su análisis de causalidades.
En su informe de 2001, los científicos habían concluido que la probabilidad de que las actividades humanas estuvieran provocando daños al planeta, se situaba entre el 66 y el 90%. Ahora, ese rango se incrementa hasta más del 90%.
Y mientras tanto, nos llegan noticias desde EEUU según las cuales, en el gobierno de ese país, insigne opositor al Protocolo de Kyoto, se destapa un gran escándalo por acusaciones de manipulación a la Casa Blanca, en relación con los informes presentados por los expertos en esta materia.
El Protocolo de Kyoto entró en vigor el 16 de febrero 2005. En virtud del mismo, los países firmantes (150) se comprometían a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta situarlas, en promedio, un 5,2% por debajo de los niveles del año base (1990) durante el período 2008-2012.
La Unión Europea asumió la obligación de reducir dichas emisiones en un 8% respecto a ese año base. Los compromisos asumidos por cada Estado Miembro varíaban en función de una serie de parámetros de referencia. En el caso de España, suponían la obligación de no superar en más del 15% el nivel de emisiones de 1990.
Creo firmemente que los votantes debemos examinar en detalle los programas electorales que nos presenten los partidos en las próximas elecciones, para valorar cómo de serio es el compromiso con cada uno con este reto, invisible quizá en el día a día, pero en el que nos va tanto a todos en un futuro cada vez más cercano.
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