Uno de los aspectos del reciente debate sobre el estado de la nación que ha quedado en un muy injusto segundo plano es el relativo a las propuestas de resolución presentadas por el PP.
Que no se asuste nadie. Todas las propuestas presentadas por los populares –un total de doce- fueron rechazadas por el Congreso. Como se han esforzado en poner de relieve los nuevos ministros que han prometido sus cargos, el sectarismo de las dos Españas no ofrece signo alguno de remitir.
El PP pedía revocar el permiso concedido en 2005 al Gobierno para iniciar un proceso de diálogo con ETA en ausencia de violencia y, además, solicitaba al gobierno presidido por Zapatero la entrega “de forma inmediata de las actas de las reuniones mantenidas en el marco del proceso de negociación con la organización terrorista”.
Pero no es el rechazo de esta resolución –un canto de sirena al fin y al cabo- lo que mueve al enojo. No, ese papel está reservado para la negativa a estudiar la posible reforma de nuestra ley electoral. La iniciativa del PP iba encaminada en la dirección de impedir que un partido sin apenas representación pueda tener la llave de la gobernabilidad.
Con el rechazo de la cámara baja, el debate queda ahora pospuesto hasta el diseño de los programas electorales. Aquí el PP no será el único partido en ofertar a la ciudadanía esta necesaria modificación de nuestras cañerías democráticas.
Veremos si todas las propuestas van en el mismo sentido. No lo creo. Los intereses a proteger son muchos y muy diversos, como lo evidenció la inacción de los populares durante las dos legislaturas en las que coparon el poder.
El apoyo social a ETA actualmente es minoritario. Según el Euskobarómetro (estudio sociológico realizado por un equipo de profesores de la Universidad del País Vasco) de noviembre de 2005, más del 60% de los vascos rechazaba totalmente a ETA. Un 17% opinaba que en el pasado su violencia había estado justificada, pero en el momento de la encuesta no. Un 12% compartía sus fines, pero no sus métodos violentos.
A pesar de todo, en las fotos que vemos de los últimos detenidos, se aprecia una nueva generación de terroristas y la pregunta que habría que hacerse es: ¿dónde se forman esas mentalidades asesinas? y la respuesta seguro que la encontramos en el sistema educativo.
La educación es otro frente importante para acabar con ETA.
Carlos Menéndez
http://www.creditomagazine.es
Publicado por: Credito | 11 de julio de 2007 en 18:05
Absolutamente de acuerdo, Carlos. Gracias por tu aportación.
Publicado por: Jacobo | 13 de julio de 2007 en 10:38