Toca repartir otra vez los cuartos de lo público entre España –esa paletada de la edad de piedra– y unas relucientes Autonomías/Realidades Nacionales/Naciones/Nacioncillas/Estados Libres Asociados etc. que esculpe nuestra posmodernidad de medios complacientes, políticos de sigla y representatividad distorsionada, ante el bostezo generalizado de unas audiencias más interesadas en el fútbol y el chiki chiki.
En este contexto saltan a la palestra los análisis de los supuestos expertos. ¿Sorpresas? Ninguna. Quizá resultaba especialmente sarcástico leer una tribuna de opinión publicada en El País escrita por el secretario general de Comisiones Obreras en Cataluña, Joan Coscubiela.
¿Qué tendría que aportar al debate del reparto de los recursos públicos una persona marcada a la vez por su militancia sindical obrera y su inmersión en el oasis nacional-catalanista? ¿Se expondrían los principios del Doctor Jekyll o los de Mister Hyde?
Pero, ay, como vaticinan los críticos del centrismo en clave burlesca, siempre existe una ‘tercera vía’. Sólo es preciso tener la osadía y el desparpajo necesarios para obviar las inoportunas restricciones que pueda imponer ese campo de la lógica, a veces tan antipático.
Dice Coscubiela en su “Financiación autonómica: una visión social”, que el diferencial de renta entre personas [se supone que españolas, palabra maldita] no se ha reducido en las últimas décadas –Dr. Jekyll hablando en representación de esas CCOO que creemos conocer–, y, a la vez, que Cataluña sufre una clara injusticia en términos fiscales al recibir “la ciudadanía de Cataluña” mucho menos de lo que aporta como media –al habla Mr. Hyde valiéndose del raca raca victimista tan conocido como rentable–.
En un párrafo lo que importan son ricos y pobres. En el siguiente catalanes y españoles. Oiga, que si lo que importan son los pobres nos debería dar igual que los catalanes tributen más que la media, ¿no? La lógica diría que sí, que no se puede servir a dos señores. Los principios exigen jerarquía. Una determinación de cuál debe prevalecer en caso de conflicto. El escrito del señor Coscubiela, como tantos otros que estamos acostumbrados a leer, se mimetiza en el reinante paisaje de inanidad intelectual intentando quedar bien con tirios y troyanos. Todos, eso sí, ‘progresistas’.
Sin embargo, el siguiente paso que desde aquí recomendamos al señor Coscubiela es pasarse a las filas del PP. Unos buenos enjuagues como los que él tan bien demuestra practicar es precisamente lo que ahora más se demanda en Génova 13: ser filo y anti nacionalistas, duros y moderados, ‘liberales’ y ‘centristas’, todo, a ser posible, al mismo tiempo.
En el mundo de lo virtual nada es inalcanzable.