Y cuando parecía que, tras el rara raca de Ramoneda, esta semana tocaba comentar el mete saca de Gamoneda con el manifiesto por la lengua común, lee uno en la última de El País a Cristina Rota declarando que “el amor, la comida y el sol es lo mejor de la vida”.
Pues claro que sí, pensé. Esta señora bien merece un homenaje entre tanta lúgubre actualidad. Y más en estos comienzos del ansiado verano.
Sigo con la lectura y me encuentro con que la actriz y maestra de actores inserta una cuña publicitaria en toda regla sobre el restaurante La Bardemcilla, propiedad de sus buenos amigos la familia Bardem. Rota afirmaba orgullosa que, además, el local era decente porque sus dueños no se habían puesto a buscar el gran negocio.
Para esto ya están los suplementos del fin de semana, se me ocurrió. Pero bueno, además de hedonista, se ve que esta señora es buena amiga de sus amigos.
Y en esto que llegamos a la parte final de la crónica del desenfadado almuerzo. Allí, tras rebasar un pie de foto que leía: “Aún aspira a celebrar un funeral por su marido, desaparecido en Argentina”, se volatilizaba de un plumazo todo el joie de vivre que transmitía la protagonista de la pieza periodística.
Al tiempo que se autodefinía como “radical de izquierdas”, clamaba Rota que “no se puede bastardear a los muertos, y mucho menos ir de familiar de víctima del terrorismo y pedir trato especial, ¡eso nunca!, es repugnante el caso de los victimistas que usan a los nuestros y a los familiares con fines políticos.”
¿Por quién lo diría? ¿Por los familiares de todos los represaliados a manos de las distintas dictaduras militares latinoamericanas? ¿Estaría cargando contra las Madres de la Plaza de Mayo ─cualquiera de sus facciones─ por ir de familiares de víctimas, pedir trato especial y manipular a éstas con fines políticos? ¡Qué dureza!
El problema, supongo, es que ‘ir de algo’ está más en el ojo del observador que del observado; que pedir trato especial, cuando hablamos de una situación generalizada de injusticia, no puede ser condenable; y que hablar de manipulación política, pues que quieren que les diga, precisa de alguna aclaración mayor para no ser un mero tópico desgastado, superficial y convenientemente arrojadizo ─quizá hacia quienes no se consideran “radicales de izquierdas”─.
Amor, comida y sol… y nada de exigir a los familiares de las víctimas del terrorismo cómo gestionar su dolor. Sólo pedirles el cumplimiento de la ley. Mucho mejor así, ¿no?
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